A Saudade dói

Trancar o dedo numa porta dói. Bater com o queixo no chão dói. Torcer o tornozelo dói. Um tapa, um soco, um pontapé, doem. Dói bater a cabeça na quina da mesa, dói morder a língua, dói cólica, cárie e pedra no rim. Mas o que mais dói é saudade.

Saudade de um irmão que mora longe. Saudade de uma cachoeira da infância. Saudade do gosto de uma fruta que não se encontra mais. Saudade do pai que já morreu. Saudade de um amigo imaginário que nunca existiu. Saudade de uma cidade. Saudade da gente mesmo, quando se tinha mais audácia e menos cabelos brancos. Doem essas saudades todas. 

Mas a saudade mais dolorida é a saudade de quem se ama. Saudade da pele, do cheiro, dos beijos. Saudade da presença, e até da ausência consentida. Você podia ficar na sala e ele no quarto, sem se verem, mas sabiam-se lá. Você podia ir para o aeroporto e ele para o dentista, mas sabiam-se onde. Você podia ficar o dia sem vê-lo, ele o dia sem vê-la, mas sabiam-se amanhã. Mas quando o amor de um acaba, ao outro sobra uma saudade que ninguém sabe como deter.

Saudade é não saber. Não saber mais se ele continua se gripando no inverno. Não saber mais se ela continua clareando o cabelo. Não saber se ele ainda usa a camisa que você deu. Não saber se ela foi na consulta com o dermatologista como prometeu. Não saber se ele tem comido frango de padaria, se ela tem assistido as aulas de inglês, se ele aprendeu a entrar na Internet, se ela aprendeu a estacionar entre dois carros, se ele continua fumando Carlton, se ela continua preferindo Pepsi, se ele continua sorrindo, se ela continua dançando, se ele continua pescando, se ela continua lhe amando.

Saudade é não saber. Não saber o que fazer com os dias que ficaram mais compridos, não saber como encontrar tarefas que lhe cessem o pensamento, não saber como frear as lágrimas diante de uma música, não saber como vencer a dor de um silêncio que nada preenche.

Saudade é não querer saber. Não querer saber se ele está com outra, se ela está feliz, se ele está mais magro, se ela está mais bela. Saudade é nunca mais querer saber de quem se ama, e ainda assim, doer.

Amor

"Amor"

El amor no llama dos veces

como hay muchos que lo dicen.

El amor llama tal vez miles

pero muy pocos lo perciben.

Y no es que sea insistente,

sencillamente es que quiere

bromear y hasta divertirse

a costillas de la gente.

El amor, nunca será adulto,

nunca será inteligente.

pues hasta ahora no se supo

de alguien que enamorarse puede

a voluntad, de quien le conviene.

La verdad es que en amor:

¡La voluntad no interviene!

El amor llega sin avisar,

y cuando uno cuenta se da,

como una dulce enfermedad,

¡En el corazón lo tiene!

Y cuantas, cuantas veces,

no lo sabemos valorar,

sentimos que como está

ya es de nuestra propiedad.

Que lo podemos descuidar.

¡HASTA QUE UN DÍA SE PIERDE!

Inscrito por:

Francisco C. J.

Amor a la distáncia - Cuantas veces

Cuantas veces pensamos en desistir, dejar de lado, nuestros ideales y nuestros sueños;

Cuantas veces nos vamos en retirada, con el corazón triste por la injusticia;
Cuantas veces sentimos el peso de la responsabilidad, sin tener con quien compartirla;

Cuantas veces sentimos soledad, aunque estemos rodeados de personas;
Cuantas veces hablamos, sin que nadie nos note;
Cuantas veces luchamos por una causa perdida;
Cuantas veces volvemos a casa con la sensación de derrota;
Cuantas veces aquella lágrima, cae, justamente en la hora en que necesitamos parecer fuertes;

Cuantas veces pedimos a Dios un poco de fuerza, un poco de luz;
Y la respuesta llega, sea ella como una flor, una sonrisa, una mirada cómplice, un mensaje, un billete, un gesto de amor;
Y la gente insiste; Insiste en proseguir, en creer, en transformar, en compartir, en estar, en ser;

Y Dios insiste en bendecirnos, en mostrarnos el camino:
Aquel mas difícil, mas complicado, mas bonito. 
Y la gente insiste en seguir, por que tiene una misión...

SER FELIZ!

"Un nuevo amor"

Cuando el amor llega nuevamente al alma herida.

al alma que se encuentra doblegada, entristecida.

Ésta, como el mítico fénix, de lo que fueron sus cenizas

se levanta triunfal y airosa disfrutando de la vida.

Y en su renacer no solo hay vida, alegría y esperanza.

Hay también el milagro que propios y extraños atestiguan.

La persona tiene brillo en sus pupilas, color en sus mejillas,

y en el rostro antes triste luce ahora perenne la sonrisa.

Así me ocurre a mi ahora que renació la llama

que hace tanto tiempo se encontraba apagada.

El viento del destino con fuerza desbocada

destruyó mi esperanza y apagó la luz que me alumbraba.

Caminé en la penumbra tropezando con todo, con mis torpes pisadas.

Me perdí en las tinieblas de una noche sin luna, de una noche muy larga. ...

donde a tientas, sin rumbo, el camino perdido como ciego buscaba.

Mas cuando uno está triste, el camino no existe . . no existe nada.

Y un buen día ocurrió el milagro que vivo, la oscuridad se fue,

las tinieblas huyeron como seres medrosos,que a la aurora le temen,

y una luz refulgente apareció en mi vida por los cielos de oriente,

Inundando su brillo los rincones oscuros que existían en mi mente.

¡Y se hizo el milagro! Y el amor nuevamente,

con su magia perenne y con todo su encanto.

Me salvó del destierro, me salvó de la muerte.

Y por eso esta noche es que elevo mi canto

A la vida, al destino que me hizo quererte,

y a Dios solo pido. . . que mi amor no sea en vano.

Francisco Cristobal Jarquin