Siguen llegando colombianos a los refugios en Cúcuta. Venezuela comenzó un censo en la frontera. / Óscar Pérez
El ataque a dos funcionarios de la Fuerza Armada Nacional, el pasado 19 de agosto en la zona fronteriza de Táchira, fue lo que, según el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, “colmó su paciencia” y lo llevó a cerrar la frontera con Colombia y a activar el plan Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) en la zona fronteriza, que provocó la deportación de cientos de colombianos y la huida voluntaria de otros cientos por cuenta de los abusos de la Guardia Nacional Venezolana, que además de maltratarlos, les quita sus pocos enseres, los separa de sus hijos y los amenaza.
Dijo el mandatario venezolano que los responsables del ataque contra los uniformados fueron Dairo Ederland Leguízamo Pulido y su hermano Fabio Leguízamo Pulido, alias el Gato, dos jefes paramilitares detenidos en El Tigre, estado Anzoátegui. Además, señaló que los problemas de la frontera (contrabando, prostitución, inseguridad y acaparamiento de alimentos, males históricos en la zona) son culpa del “paramilitarismo colombiano”.
Datos de organizaciones no gubernamentales venezolanas, sin embargo, dicen que el paramilitarismo no es un fenómeno nuevo en el vecino país y sus componentes no son exclusivamente colombianos. En sus investigaciones encontraron que estas bandas delincuenciales han actuado desde 1997 en territorio venezolano. La cadena Telesur reportó que en 2012 surgieron las Autodefensas Unidas de Venezuela (AUV), cuyo accionar se concentró en los estados de Táchira y Zulia, con un saldo trágico de 200 campesinos y líderes indígenas asesinados.
Pero desde hace aproximadamente seis meses, cuando Maduro creó una unidad especial en las Fuerzas Armadas Bolivarianas para luchar “contra el paramilitarismo”, sus funcionarios se han encargado de culpar a estos grupos de todos los males del país.
El lunes, el vicepresidente venezolano, Jorge Arreaza, señaló que durante los operativos en la zona fronteriza se encontraron las pruebas de la existencia de un “paramilitarismo puro”. “Esto nos ha impactado y es una realidad que habla por sí sola y que demuestra cómo el capitalismo paramilitar de la ultraderecha colombiana ha tratado de hacerse al territorio venezolano”, señaló Arreaza.
Ante las críticas opositoras, que señalan que todo lo que está ocurriendo en la frontera es una excusa de Maduro para evitar las elecciones, la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en cabeza de Jorge Rodríguez, convocó una gran movilización mañana en Caracas para rechazar el paramilitarismo. “Estamos convocando a una gran movilización, que toda Caracas y Venezuela marche el próximo día viernes a las 11:00 de la mañana desde distintos puntos de la ciudad de Caracas hasta el Palacio de Miraflores”, sostuvo.
Colectivos desarticulados
Explica Ronal Rodríguez, profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de las facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, que lo que vive hoy Venezuela no es el resultado de la presencia colombiana en el país, sino el resultado de una política establecida por el propio Chávez, la cual pretendía defender la “revolución” como fuera necesario, así fuera valiéndose de delincuentes.
Recuerda que fue Chávez quien creó los colectivos bolivarianos para respaldar la revolución, pero con los cuales hoy Maduro está en guerra, pues muchos le dieron la espalda. “Algunos no son propiamente organizaciones civiles de ciudadanos políticamente activos, sino criminales que se ocultan para escapar de las autoridades. Asesinos, secuestradores, traficantes de droga, contrabandistas, bachaqueros, atracadores, malandros que van desde pequeñas bandas hasta grupos sofisticadamente organizados y pertenecientes a grandes redes de delincuencia transnacional que se han trajeado con los ropajes de los Colectivos Sociales”, señala. Rodríguez recuerda que durante el último año el presidente Nicolás Maduro ha identificado como “paramilitares colombianos” a los colectivos que abandonaron las filas del chavismo y le declararon la guerra a su gobierno.
“Muchas de estas bandas tienen el componente colombiano, sin lugar a duda, pero no como parte de un plan orquestado desde la derecha colombiana con el objetivo de desestabilizar Venezuela, sino porque, según datos del propio Maduro, uno de cada seis venezolanos es de origen colombiano, y si a ello se suma que la única frontera viva de Venezuela es con Colombia, resulta casi inevitable que dentro de la delincuencia figure el componente colombiano. Es decir, que el discurso de Maduro de los últimos días es el resultado del fracaso de una política de seguridad creada por Chávez y que se salió de control.
La disputa criminal por la frontera
La zona fronteriza entre Colombia y Venezuela ha sido un eterno territorio de disputa entre grupos ilegales, por su posición geográfica estratégica para las rutas del narcotráfico, por el cultivo de coca en zonas como el Catatumbo (Norte de Santander) y por el potencial de actividades criminales como el contrabando, que muchas veces termina siendo más lucrativo que el mismo narcotráfico. Durante los 90 y los primeros años del 2000, las estructuras paramilitares les disputaron el control de la zona a las guerrillas. Tras la desmovilización de las autodefensas, los grupos reciclados del paramilitarismo entraron a jugar un papel preponderante en la región.
Actualmente el clan Úsuga controla a sus anchas la zona fronteriza de La Guajira y el norte del Cesar, para lo que han captado bandas criminales como los Curicheros y los Criollos, que fueron conformadas por Marcos Figueroa, alias “Marquitos”, hoy tras las rejas.
En Norte de Santander la situación es compleja: las Farc, el Epl y el Eln dominan el Catatumbo, en una triple alianza ilegal que se erige sobre el cultivo de coca. Los Rastrojos tuvieron gran poder en el departamento, pero con la captura de su máximo jefe, “Diego Rastrojo”, y la entrega de alias “Comba”, su fuerza se diezmó. Muchos miembros de la banda fueron asesinados y otros pasaron a integrar los Urabeños, que hoy dominan Cúcuta y su área metropolitana. Tanto bandas criminales como guerrillas asesinan, contrabandean, extorsionan y secuestran a lo largo de la zona. La frontera no es un límite para ellos: estos grupos operan en ambos países.
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