Dilma Rousseff, en la cuerda floja.
La suerte del gobierno de Brasil puede definirse este domingo con la votación en la Cámara de Diputados del juicio político de la presidenta Dilma Rousseff, quien acusó al vicepresidente Michel Temer de buscar un "golpe de Estado" para retirar los programas sociales, entregar la exploración petrolera a las multinacionales y ejercer una "tiranía" violando el Estado de Derecho.
Miles de personas comenzaron este sábado a movilizarse a favor y en contra del 'impeachment' en Brasilia, San Pablo y Rio de Janeiro y en el resto de las ciudades de Brasil, en uno de los días históricos que más tensión nacional habrá, esperando desde las 14 de mañana el voto en la Cámara de Diputados.
En Brasilia hay un muro metálico que separa a los manifestantes en la Explanada de los Ministerios, adonde se seguirá la votación, para lo cual la oposición necesita 342 votos para lograr el impeachment o el oficialismo alcanzar 171 para derribar la propuesta llevada adelante por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, procesado por corrupción, aliado del vicepresidente Temer, del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB).
Temer estaba en San Pablo pero al ver que la lista de la oposición para alcanzar el impeachment peligraba, volvió de urgencia a Brasilia este sábado, en una disputa voto a voto que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva -negociador del gobierno- comparó con el "sube y baja de la Bolsa de Valores".
En caso de victoria opositora, el proceso será elevado al Senado, donde en diez días debe votar por mayoría simple si lo acepta, y en caso positivo la presidente debe dejar el lugar a Temer por 180 días para esperar el juicio final de la Cámara alta.
Rousseff está acusada de haber realizado maniobras dentro del presupuesto para cubrir gastos supuestamente sin respetar la ley de responsabilidad fiscal, algo que el gobierno considera un "golpe" por no tratarse de un delito, si es que existe, contra la Constitución, y sí una conspiración de ex aliados como Temer, las cámaras empresariales y parte de las compañías de medios.
El día se inició con un discurso para las redes sociales de Rousseff, tal vez el último aliento para convencer a indecisos y posibles nuevos aliados en caso de que el proceso no sea elevado al Senado.
Rousseff dijo que quienes impulsan su destitución son "traidores de la democracia" que buscan instalar una "tiranía" para terminar con los planes sociales, entregar a las empresas multinacionales la explotación petrolera y convertir a la mayor economía de América Latina en una "republiqueta".
"La palabra golpe estará marcada para siempre en la frente de todos los traidores de la democracia. Este juicio político es una farsa. Mi nombre no está en lista de sobornos, tampoco soy sospechada de delitos comunes. La denuncia en el Congreso es la mayor fraude jurídica y política de la historia de mi país. Brasil no merece una farsa de este tamaño", dijo Rousseff en un discurso de 6.39 minutos.
"Los golpistas -sostuvo - están dispuestos a humillar a Brasil ante la comunidad internacional como si fuéramos una republiqueta cualquiera y no una de las mayores democracias del planeta. El golpe de Estado podrá sumergir al país en la inestabilidad y la inseguridad. Ningún gobierno es legítimo si no nace del voto universal, libre y secreto".
Según Rousseff, el grupo del vicepresidente Temer amenaza a la financiación de la educación pública y "renunciar a la soberanía nacional cambiando el régimen de división de lucros" de los mega-yacimientos submarinos de petróleo de la capa geológica pre-sal para "entregarlo a las multinacionales extranjeras".
"Ellos quieren derrotar el proyecto desarrollista con inclusión social y están dispuestos a rasgar la Constitución con tolerancia y odio" y, según ella, buscan "instalar una tiranía donde prevalezcan los más fuertes, los más ricos, los más corruptos".
Siete horas después, desde San Pablo, Temer le respondió como si ya fuera presidente, en su cuenta de Twitter. "Leo en los diarios las acusaciones de que terminaré con el (plan social) Bolsa Familia. Mentira rastrera. Mantendré todos los programas sociales".
También por Twitter, Temer rechazó que impulse el fin de la Operación Lava Jato, en la que el impulsor del juicio político y su aliado, el jefe de la Cámara baja, Eduardo Cunha, está procesado por supuestos sobornos de 5 millones de dólares en cuentas no declaradas en Suiza.
"La Operación Lava Jato prestó importantes servicios al país. Soy jurista y sé del papel fundamental de la Justicia y del Ministerio Público para el avance de las investigaciones", declaró Temer, presidente con licencia del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), el mayor del país y al que pertenece Cunha.
En Brasilia, Lula visitó el campamento donde los movimientos sociales se preparan para marchar hasta frente del Congreso y seguir la votación, con los opositores del otro lado del muro. Allí, llamó a no caer en provocaciones a los movimientos sociales, sindicatos, indígenas y campesinos Sin Tierra.
Este campamento por la democracia contrastó este sábado con la protesta opositora, que llevó una mortadela gigante inflable frente al hotel donde está Lula, como forma de protestar contra el supuesto pago a manifestantes con un sandwich de mortadela (el más barato en Brasil) para apoya al gobierno.
En su discurso, Lula acusó a la élite brasileña de actuar históricamente contra la democracia al recordar el suicidio de Getulio Vargas en 1954 en una intentona golpista y el exilio sufrido por el presidente Joao Goulart luego del golpe de Estado de 1964. "Necesitamos decir que no nos vamos a matar, no nos vamos a exiliar. Nos gusta la vida", dijo Lula ante movimientos sociales que acampan en Brasilia para participar mañana de la manifestación durante la votación sobre el juicio político contra Rousseff. El ex mandatario fustigó al vicepresidente Michel Temer y lo desafió a presentarse como candidato en 2018: "Si Temer quiere ser candidato, que lo haga pero no a través de un golpe".
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) enfatizó que a "las élites no le gusta la democracia" y citó la conjura que terminó con el gobierno democrático de Vargas en 1954 y el golpe que llevó al exilio a Goulart en 1964, quien finalmente murió desterrado en la provincia de Corrientes, Argentina, en 1976. "Las clases dominantes se incomodan cuando el pueblo asciende socialmente, pero el pueblo quiere paz para trabajar, para mantener a la familia. No podemos habituarnos en este país a esto que ocurre contra el Estado de Derecho. No podemos andar de golpe en golpe cuando el gobernante no está bien en las encuestas", sostuvo.
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